martes, 9 de agosto de 2011

"Ajax" o el tornado


Recién sufrida conmoción literaria (o debería decirse tsunami de grado 15) tras leer un breve relato de la señora Ilse Aichinger (Viena, 1921). No hace mucho, hablaba por un hilo de Facebook sobre la cantidad de buenos escritores en lengua alemana que proliferaron a mediados del siglo pasado y de los que hoy nadie se acuerda, gente como Peter Faecke, Gisela Elsner, Ernst Wilhelm Heine, Peter Handke, Alfred Andersch, Elisabet Borchers y un largo etcétera; en efecto, no son los grandes nombres a los que estamos acostumbrados, tal vez por la extraña mecánica que mueve las tendencias y modas culturales (la misma por la que, de acuerdo a basculaciones y movimientos siempre impredecibles, hoy en día Poe y Caravaggio son moneda corriente entre los consumidores de literatura/arte, mientras que Schwob y Constable son boccatto di cardinale), tal vez por los misteriosos engranajes de la industria literaria (la misma que puede convertir a un escritor en fenómeno de masas u objeto de consumo de la noche a la mañana, etc), pero lo cierto es que esa inefable hidra de cien cabezas que componen los mercados literarios y sus mariscales de campo, los editores y agencias literarias (y antes de todos ellos, el ubicuo Índice de Ventas que hace de este negocio algo equiparable a las cadenas de montaje de zapatos o electrodomésticos), a menudo desempeña un papel mortal en el destino de tantos buenos escritores cuya obra no llegará nunca al público (al gran público, al mediano público, ni al pequeño público), básicamente por el poco afluente o la imposibilidad directa de acceder al extranjero. Sin ir más lejos, en sitios como Latinoamérica siguen citando a Cervantes y Carlos Ruiz Zafón al ser preguntados por autores españoles de renombre. No hay que moverse a error, no se trata, en el negocio de los libros, de tendencias o preferencias literarias, sino de puros y simples mecanismos de Mercado.

A pesar de ser más conocida por sus escritos sobre el Holocausto, el relato en cuestión de esta autora, titulado "Ajax" (1971) y publicado en la antología Nueva literatura alemana (1975) por Editorial Sudamericana, se adentra por terrenos puramente meta literarios, en los que la palabra misma (o más concretamente la narración) es protagonista absoluto de un ensayo narrativo que trasciende el mero concepto de narrativa. “Ajax” no se detiene en argumentos, descripciones, personajes u otras formas comunes. “Ajax” no es un relato para solazarnos, ni pretende entretenernos; tampoco trata de iluminarnos, ni se nos lanza una enseñanza ética o de ninguna clase. Su esencia, tanto en el fondo como en la forma, se halla más próxima a la poética de vanguardia, al absurdo, al juego de retóricas endemoniadas (que algún crítico desalmado seguro calificaría de artificio) por el que se anulan las nociones de sentido, coherencia y cualquier tipo de lógica. La sensación que tuve, al terminar de leerlo, fue como si acabase de pasar ante mis ojos un tornado, llevándose consigo los pilares literarios de toda la vida, pilares contra los cuales no es imprescindible arremeter, claro está, como arremete Aichinger o cualquiera de sus coetáneos, pero que a menudo vemos demasiado enquistados en nuestros escritores, contaminados, y sin pensarlo, por el rudimentario precepto de “vamos a contar historias”, esa mecánica fundacional que no es sino un canon de toda una manera de escribir y entender el mundo desde Occidente, la de los Mercados de la Cultura, y que sólo los verdaderos artistas consumados, como Aichinger y otros, son capaces de dinamitar con sobresaliente ciencia literaria.

martes, 2 de agosto de 2011

El museo de los accidentes



En Saturnalia aplaudimos el docu-arte realizado por el CCCB para el programa "Soy cámara" de la 2. Wikileaks, Lipovetsky, Passolini, Chomsky, Zappa, Tip y Coll, Heidegger, el mineralismo y muchos otros...