"Tal sería, en todo caso, la
miserable 'gloria' de los condenados: no la gran claridad de los goces
celestiales bien merecidos, sino el pequeño fulgor doloroso de las faltas que se
arrastran bajo una acusación y un castigo sin fin. Al contrario que las
falenas, que se consumen en el instante extático de su contacto con las llamas,
los gusanos relucientes del infierno son pobres ‘moscas de fuego’ –fireflies, como se llaman en inglés
nuestras luciérnagas— que sufren en su propio cuerpo una eterna y mezquina
quemazón. Ya a Plinio el Viejo le había resultado inquietante una especie de
mosca, llamada pyrallis o pyrotocon, que no podía volar más que en el fuego: ‘Mientras
que está en el fuego, vive; cuando su vuelo la aleja excesivamente de él,
muere.’"
Georges Didi-Huberman; Supervivencia de las luciérnagas; Abada Editores, 2012.