"Pero
¿qué pensar hoy de la imperturbable ligereza que consiste en cantar el triunfo
del capitalismo o del liberalismo económico y político, ‘la universalización de
la democracia liberal occidental como punto final del gobierno humano’, el ‘fin
del problema de las clases sociales’?, ¿qué cinismo de la buena conciencia, qué
denegación maníaca puede hacer escribir, cuando no creer, que ‘todo lo que
obstaculizaba el reconocimiento recíproco de la dignidad de los hombres,
siempre y en todas partes, ha sido refutado y enterrado por la historia’?
(Allan Bloom)
(…)
¿hay que recordar otra vez que nunca la democracia liberal de forma
parlamentaria ha sido tan minoritaria ni ha estado tan aislada en el mundo?
¿Que nunca estuvo en semejante estado de disfuncionamiento en lo que se llaman
las democracias occidentales? La representatividad electoral o la vía
parlamentaria no sólo está falseada, como fue siempre el caso, por un gran
número de mecanismos socio-económicos, sino que se ejerce cada vez peor en un
espacio público profundamente trastornado por los aparatos
tecno-tele-mediáticos y por los nuevos ritmos de la información y de la
comunicación (…)
(…)
Señalemos de un plumazo lo que amenazaría con hacer que la euforia del
capitalismo demócrata-liberal o socialdemócrata pareciese la más ciega y
delirante de las alucinaciones, o incluso una hipocresía cada vez más chillona
con su retórica formal o juridicista sobre los derechos humanos. (…) no bastará
con señalar con el dedo la masa de hechos irrecusables que este cuadro podría
describir o denunciar. La cuestión, muy brevemente expuesta, sería (…) la de la
doble interpretación, la de las
lecturas rivales que este cuadro parece reclamar y obligarnos a asociar. Si se
nos permitiera indicar estas plagas del ‘nuevo orden mundial’ en un telegrama
de diez frases, tal vez escogeríamos las siguientes: 1. (…) la desregulación
regular (…) 2. (…) una nueva experiencia de las fronteras y de la identidad (…)
3. (…) la aplicación inconsecuente y desigual del derecho internacional (…) 4.
La incapacidad para dominar las contradicciones en el concepto, las normas y la
realidad del mercado liberal (…) ¿Cómo salvaguardar sus propios intereses en el
mercado mundial al tiempo que se pretende proteger sus ‘conquistas sociales’?,
etc. 5. La agravación de la deuda externa (…) 6. La industria y el comercio de
armamentos (…) inscritos en la regulación normal.
(…)
Una
‘nueva Internacional’ se busca a través de esta crisis del derecho
internacional, denuncia ya los límites de un discurso sobre los derechos
humanos que seguirá siendo inadecuado, a veces hipócrita, en todo caso formal e
inconsecuente consigo mismo mientras la ley del mercado, la ‘deuda exterior’,
la desigualdad del desarrollo tecno-científico, militar y económico mantengan
una desigualdad efectiva tan monstruosa como la que prevalece hoy, más que
nunca, en la historia de la humanidad. Pues, hay que decirlo a gritos, en el
momento en el que algunos se atreven a neoevangelizar en nombre del ideal de
una democracia liberal que, por fin, ha culminado en sí misma como en el ideal
de la historia humana: jamás la violencia, la desigualdad, la exclusión, la
hambruna y, por tanto, la opresión económica han afectado a tantos seres
humanos, en la historia de la tierra y de la humanidad. En lugar de ensalzar el
advenimiento del ideal de la democracia liberal y del mercado capitalista en la
euforia del fin de la historia, en lugar de celebrar el ‘fin de las ideologías’
y el fin de los grandes discursos emancipatorios, no despreciemos nunca esta
evidencia macroscópica, hecha de innumerables sufrimientos singulares (…)."
Jacques Derrida; en conferencia ante la Universidad de California (Riverside), 1993; recogido en Espectros de Marx; 3, "Desgastes (Pintura de un mundo sin edad)"
No hay comentarios:
Publicar un comentario