"El capitalismo como religión es el título de uno de los más
penetrantes fragmentos póstumos de Benjamin. Según Benjamin, el capitalismo no
representa sólo, como en Weber, una secularización de la fe protestante, sino
que es él mismo esencialmente un fenómeno religioso, que se desarrolla en modo
parasitario a partir del Cristianismo. Como tal, como religión de la
modernidad, está definido por tres características:
»1) Es una religión cultual, quizá la más extrema y absoluta que
haya jamás existido. Todo en ella tiene significado sólo en referencia al
cumplimiento de un culto, no respecto de un dogma o de una idea.
»2) Este culto es permanente, es 'la celebración de
un culto sans trêve et sans merci'. Los días de
fiesta y de vacaciones no interrumpen el culto, sino que lo integran.
»3) El culto capitalista no está dirigido a la
redención ni a la expiación de una culpa, sino a la culpa misma. 'El
capitalismo es quizás el único caso de un culto no expiatorio, sino
culpabilizante… Una monstruosa conciencia culpable que no conoce redención se
transforma en culto, no para expiar en él su culpa, sino para volverla
universal… y para capturar finalmente al propio Dios en la culpa… Dios no ha
muerto, sino que ha sido incorporado en el destino del hombre.'
Precisamente porque tiende con todas sus
fuerzas no a la redención, sino a la culpa; no a la esperanza, sino a la
desesperación, el capitalismo como religión no mira a la transformación del
mundo, sino a su destrucción. Y su dominio es en nuestro tiempo de tal modo
total, que aun los tres grandes profetas de la modernidad (Nietzsche, Marx y
Freud) conspiran, según Benjamin, con él; son solidarios, de alguna manera, con
la religión de la desesperación. 'Este pasaje del planeta hombre a través de la
casa de la desesperación en la absoluta soledad de su recorrido es el éthos que
define Nietzsche. Este hombre es el Superhombre, esto es, el primer hombre que
comienza conscientemente a realizar la religión capitalista.' Pero también la
teoría freudiana pertenece al sacerdocio del culto capitalista: 'Lo reprimido,
la representación pecaminosa… es el capital, sobre el cual el infierno del
inconsciente paga los intereses.' Y en Marx, el capitalismo 'con los intereses
simples y compuestos, que son función de la culpa… se transforma inmediatamente
en socialismo'.
» (...) Podremos decir, entonces, que el
capitalismo, llevando al extremo una tendencia ya presente en el cristianismo,
generaliza y absolutiza en cada ámbito la estructura de la separación que
define la religión. Allí donde el sacrificio señalaba el paso de lo profano a
lo sagrado y de lo sagrado a lo profano, ahora hay un único, multiforme,
incesante proceso de separación, que inviste cada cosa, cada lugar, cada
actividad humana para dividirla de sí misma y que es completamente indiferente
a la cesura sacro/profano, divino/humano. En su forma extrema, la religión
capitalista realiza la pura forma de la separación, sin que haya nada que
separar. Una profanación absoluta y sin residuos coincide ahora con una
consagración igualmente vacua e integral. Y como en la mercancía la separación
es inherente a la forma misma del objeto, que se escinde en valor de uso y valor
de cambio y se transforma en un fetiche inaprensible, así ahora todo lo que es
actuado, producido y vivido –incluso el cuerpo humano, incluso la sexualidad,
incluso el lenguaje– son divididos de sí mismos y desplazados en una esfera
separada que ya no define alguna división sustancial y en la cual cada uso se
vuelve duraderamente imposible. Esta esfera es el consumo. Si, como ha sido
sugerido, llamamos espectáculo a la fase extrema del capitalismo que estamos
viviendo, en la cual cada cosa es exhibida en su separación de sí misma,
entonces espectáculo y consumo son las dos caras de una única imposibilidad de
usar. Lo que no puede ser usado es, como tal, consignado al consumo o a la
exhibición espectacular. Pero eso significa que profanar se ha vuelto imposible
(o, al menos, exige procedimientos especiales). Si profanar significa devolver
al uso común lo que fue separado en la esfera de lo sagrado, la religión
capitalista en su fase extrema apunta a la creación de un absolutamente
Improfanable."
Giorgio Agamben; en ¿Qué es un dispositivo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario