"En principio, el único modo de hablar de la vida sería el humorístico, porque la vida es cómica [según la definición humorística de Pirandello]: no es sino una continua ruptura del orden previsto. (…)
Pero es imposible que el humorista defina la vida humorísticamente. 'Bastaría sólo eso -dice Pirandello-, que pudiera, por poco que fuese, definirla como humorística, para que la reflexión, al ejercerse sobre esa definición suya, se la echase a perder.’ La reflexión ‘se insinúa aguda y sutil por doquier y todo lo descompone: toda imagen, todo sentimiento’. ¿Por qué no, pues, el humorismo como ‘sentimiento de lo contrario’, como capacidad de ‘reír del propio pensamiento’ -y 'del propio dolor'?
Pero, así como no hay ninguna razón para reír cuando se está dentro de la situación, así también hay poquísimas razones para sonreír cuando el arte nos extraña de la situación (…). Es decir, también se puede sonreír, pero las razones por las que se sonríe son las mismas que aquellas por las que se llora. Porque el humorismo nos revela que la vida está hecha así, sin aportarnos las razones. Así pues, lo cómico y lo humorístico no existen, o si existen, son lo mismo que lo trágico. (…)
El único animal que sabe reír es precisamente el que, por su irracionalidad y su deseo frustrado de racionalizarla, no tiene ninguna razón para reír."
Umberto Eco; "Pirandello ridens"; en De los espejos y otros ensayos.
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