Presentamos la reseña de El libro de Nobac realizada por Ramiro Sanchiz para el periódico La Diaria de Uruguay, y que apareció en el nº 657 de dicho periódico, el 10 de Octubre de 2008.
Esta afirmación es, al menos en la superficie, muy fácil de justificar: saltan a la vista las referencias a Poe (el nombre del protagonista es Edgar Pym, aludiendo al nombre del autor de La caída de la casa Usher y al apellido del protagonista de Narrativa de Arthur Gordon Pym), a Borges y al Chesterton de las historias del Padre Brown. Asimismo la prosa alambicada remite a algunos grandes cultores de lo fantástico como Arthur Machen y Lord Dunsany, apuntando también a un uso deliberado –y por lo tanto capaz de construir un efecto de “artificialidad”- de las convenciones narrativas. Es posible entonces entender El libro de Nobac como un complejo, estratificado ejercicio de intertextualidad: La recepción de la tradición fantástica de la que hablábamos se construye desde la lectura de esa misma tradición por los escritores parodiados y pasticheados en la novela (empleando un sentido no riguroso de ambos términos), siendo en gran medida Nobac un libro sobre la literatura fantástica en su tradición clásica, más precisamente sobre la literatura fantástica como la leyeron Borges y Bioy, no (y esto me parece de gran importancia) como podrían entenderla los continuadores de Lovecraft y Tolkien, y en ese sentido es interesante leer un ejercicio fantástico contemporáneo que se instala en las antípodas de otros practicantes del género, por ejemplo el Stephen King de La torre oscura o el Neil Gaiman de Stardust o American gods.
En cuanto a las estrategias o convenciones narrativas, está claro que el eje de Nobac es, como en las ficciones de Pérez Reverte, tributario del folletín decimonónico con sus golpes de efecto, sus postergaciones, sus juegos con la expectativa del lector. Es por el uso de estas estrategias, en gran medida, que El libro de Nobac se vuelve una novela de ágil lectura, quizá un poco dispareja o asimétrica si comparamos la respiración de las dos mitades del libro, pero, en última instancia, satisfactoria. La trama involucra a un escritor amargado en busca de su primera obra auténtica, a un libro que narra la vida de su dueño a medida que éste va viviéndola, y a un misterioso científico-alquimista cuya revelación cabal es el punto al que tiende la novela capítulo a capítulo. Quizá uno de sus mayores aciertos es precisamente ese personaje y su conexión con el desenlace de la novela, no tan simple como aparenta, en la estela de aquel cuento de Borges, "Examen de la obra de Herbert Quain", en el que es comentado un relato policial cuya verdadera solución no es la descubierta por el detective sino, una vez pasada la última página del libro, por el lector perspicaz."
"Una de las tantas virtudes de Philip Dick es la facilidad con que se apropia(ba) de todos los clichés de la ciencia ficción clásica para luego darles la enésima vuelta de tuerca, haciendo gala de un manejo del género que revela que todos sus temas son articulables como un lenguaje desde el que se vuelve posible “decir” lo que se quiera o explorar (como es tan común en Philip Dick) la historia de la filosofía y las creencias religiosas. Muy bien, pero ¿a qué viene esto? A que una primera impresión de lectura de El libro de Nobac, la segunda novela del escritor uruguayo residente en Barcelona Federico Fernández Giordano (1977), ganador de la edición 2008 del Premio Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica, sugiere que su autor acomete una tarea análoga a la Dickiana, pero con la mira puesta no en la CF sino en la tradición más clásica de la literatura fantástica.
Esta afirmación es, al menos en la superficie, muy fácil de justificar: saltan a la vista las referencias a Poe (el nombre del protagonista es Edgar Pym, aludiendo al nombre del autor de La caída de la casa Usher y al apellido del protagonista de Narrativa de Arthur Gordon Pym), a Borges y al Chesterton de las historias del Padre Brown. Asimismo la prosa alambicada remite a algunos grandes cultores de lo fantástico como Arthur Machen y Lord Dunsany, apuntando también a un uso deliberado –y por lo tanto capaz de construir un efecto de “artificialidad”- de las convenciones narrativas. Es posible entonces entender El libro de Nobac como un complejo, estratificado ejercicio de intertextualidad: La recepción de la tradición fantástica de la que hablábamos se construye desde la lectura de esa misma tradición por los escritores parodiados y pasticheados en la novela (empleando un sentido no riguroso de ambos términos), siendo en gran medida Nobac un libro sobre la literatura fantástica en su tradición clásica, más precisamente sobre la literatura fantástica como la leyeron Borges y Bioy, no (y esto me parece de gran importancia) como podrían entenderla los continuadores de Lovecraft y Tolkien, y en ese sentido es interesante leer un ejercicio fantástico contemporáneo que se instala en las antípodas de otros practicantes del género, por ejemplo el Stephen King de La torre oscura o el Neil Gaiman de Stardust o American gods.
En cuanto a las estrategias o convenciones narrativas, está claro que el eje de Nobac es, como en las ficciones de Pérez Reverte, tributario del folletín decimonónico con sus golpes de efecto, sus postergaciones, sus juegos con la expectativa del lector. Es por el uso de estas estrategias, en gran medida, que El libro de Nobac se vuelve una novela de ágil lectura, quizá un poco dispareja o asimétrica si comparamos la respiración de las dos mitades del libro, pero, en última instancia, satisfactoria. La trama involucra a un escritor amargado en busca de su primera obra auténtica, a un libro que narra la vida de su dueño a medida que éste va viviéndola, y a un misterioso científico-alquimista cuya revelación cabal es el punto al que tiende la novela capítulo a capítulo. Quizá uno de sus mayores aciertos es precisamente ese personaje y su conexión con el desenlace de la novela, no tan simple como aparenta, en la estela de aquel cuento de Borges, "Examen de la obra de Herbert Quain", en el que es comentado un relato policial cuya verdadera solución no es la descubierta por el detective sino, una vez pasada la última página del libro, por el lector perspicaz."
Ramiro Sanchiz
1 comentario:
Gran articulo, si señor.
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